Su importancia histórica se debe al hecho de que entre los años 794 y 1868 constituyó la capital de Japón, acogiendo la sede de la Corte imperial y otras instituciones. En el año 1868 el emperador Meiji decidió trasladar la sede de la corte a Tokio, quedando la ciudad definitivamente en un segundo plano. Durante la Segunda guerra mundial fue la única gran ciudad japonesa que no resultó bombardeada por la Fuerza aérea estadounidense. Por esta razón, a día de hoy sigue constituyendo una de las importantes urbes japonesas, con un rico patrimonio histórico, artístico y arquitectónico. El 11 de diciembre de 1997 tuvo lugar en esta ciudad la firma de un protocolo que perseguía el objetivo de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero que causan el calentamiento global4 ; El acuerdo internacional acabaría siendo conocido popularmente como el Protocolo de Kioto.
Kioto dispone de una red desarrollada de transporte por carretera y ferrocarril; Aunque no dispone de aeropuerto propio, existen en las cercanías dos aeropuertos internacionales, como los de Osaka y Kansai. Su patrimonio histórico y monumental, y sus diversos espacios escénicos y culturales la convierten en un importante centro receptor de turismo (tanto nacional como internacional). Entre sus monumentos más representativos se encuentran el Palacio Imperial, el Castillo Nijō, el Kinkaku-ji y el Ginkaku-ji, o el Santuario Heian y el Fushimi Inari-taisha, además de otros muchos. Desde el año 1994 parte de estos monumentos están reconocidos por la Unesco como Patrimonio de la Humanidad, junto a otros monumentos localizados en las ciudades de Uji y Otsu.5
La Universidad de Kioto, fundada en 1897 y con 22.192 alumnos, es considerada como una de las mejores universidades en Japón.6 De acuerdo con el ranking del magazine británico Times Higher Education, la Universidad de Kioto quedaría en segunda posición entre las universidades niponas y en la 25ª posición entre todas las universidades del mundo.7
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